El cortisol no está destinado a ser el personaje principal: es la hormona del estrés que debería aparecer en situaciones de emergencia, no quedarse rondando como una tía autoritaria y sin tranquilidad.
Cuando persiste, altera tus hormonas: reduce la testosterona, ralentiza el metabolismo y fomenta discretamente la acumulación de grasa, especialmente en el abdomen. Te sientes aturdido, agotado y como si tu cuerpo te estuviera perjudicando.
¿Cortisol, quién? Ayuda a restablecer el equilibrio: favorece la resiliencia al estrés, el estado de ánimo, el metabolismo y la energía para que puedas sentirte despejado, centrado y en control nuevamente.